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lunes, 30 de septiembre de 2013

Pincelada de arte - Orgullo y prejuicio (adaptación de Joe Wright)

Una pregunta muy válida respecto a esta pincelada sería por qué, de las muchas adaptaciones cinematográficas que existen de Orgullo y prejuicio, he escogido precisamente ésta. Bueno, veamos, hay varios motivos. En esencia, es una de las más recientes, es con la que estoy más familiarizada, y tiene muchos detalles que me permiten compartir mi punto de vista sobre ciertos aspectos del cine y del lenguaje de las adaptaciones en general.

Ah, y es la única que he visto, también. Detalles…

Hay algo que me parece muy curioso en cuanto a mi experiencia con esta película. La historia de Orgullo y prejuicio presenta el mensaje de que uno a menudo se engaña a sí mismo si se deja llevar por las primeras impresiones (de hecho ése era el primer título de la novela, First Impressions), y que a veces necesitas tener más encuentros con una persona para darte cuenta de que es mucho más de lo que pensabas la primera vez. Y lo interesante de todo esto es que eso fue más o menos lo que a mí me pasó con la película. La primera vez que la vi, a los trece años y sin ningún conocimiento del libro, no me disgustó, pero llegué al final con la sensación de que no me había enterado de nada de la historia. La segunda vez tendría quince o dieciséis años, y aún sin conocimiento de la novela pero con un vago recuerdo de la primera vez que la había visto, me gustó más; sin embargo, seguía habiendo partes de la narración que me parecían confusas y no las terminaba de comprender. La tercera vez que decidí verla fue ya con casi veinte años y, ahora sí, después de leer la novela. Me enamoró. Y después, cada vez que he vuelto a verla, no ha hecho otra cosa que sumar puntos.

Es curioso, porque la mayoría de las veces ocurre lo contrario: ves la adaptación y luego, tras leer el libro original, empiezas a comparar y a verle los fallos a la película por mucho que te guste. Pero en este caso, al menos para mí, lo que hizo la lectura de la novela fue ampliar mucho mi visión de la historia, y al hacerlo fui capaz de ver mejor las virtudes de la película. Es de las pocas veces que me ha pasado, al menos de forma tan radical. Pero no puedo dejar de preguntarme: ¿por qué ahora, y no antes? Es decir, me encanta esta película, pero no puedo olvidar que las dos primeras veces que la vi me dejó más bien indiferente. Y siendo objetivos, si necesitas leer la obra original para poder apreciar la película… ¿es ésta una buena o una mala adaptación?

No es una pregunta retórica, por cierto; me encantaría conocer vuestras opiniones al respecto. Por mi parte quiero empezar diciendo que tengo muy claro que las películas perfectas no existen (ni los libros perfectos tampoco, ya que saco el tema), y que sin duda Orgullo y prejuicio tiene sus puntos débiles. Y pensando en por qué no me llamaba la atención antes de leer la novela, creo que sé cuáles son algunas de esas debilidades. De alguna manera Joe Wright crea una adaptación tan fiel que quizá es “demasiado perfecta” en el sentido de que hay cosas que se dan por sentado. Eso por una parte es bueno (no hay sobrecarga de exposición) pero por otra parte quizá falla a la hora de enganchar al público, ya que en cierto modo parece una película hecha para espectadores de la época victoriana. Por poner un ejemplo: en el libro hay cosas ocurriendo “de fondo” que llegado el momento se revelan a través de cartas, y eso funciona porque el lector tiene la misma perspectiva que la protagonista y se centra en lo mismo: cuando tiene que leer la carta, lee la carta. En la película hay dos o tres momentos clave en que se usa la misma fórmula, pero en mi opinión no funciona igual de bien porque el cine es un medio visual. Si el espectador está escuchando la lectura de la carta y al mismo tiempo está viendo paisajes de Inglaterra, no se centra del todo en ninguna de las dos cosas. Por otro lado, quizá se da demasiado por hecho que quienes ven la película están lo bastante familiarizados con las costumbres de la época como para entender de entrada cuáles son los conflictos, y no cuestionar las reacciones de los personajes. Un buen ejemplo es lo que ocurre en el tercio final con Lydia Bennet, la hermana de la protagonista: en el libro se dan muchas explicaciones para dar a entender por qué esto es un drama tan grande para la familia, mientras que en la película quizá se siente que falta detalle.

Bien, me he enrollado como una persiana con el análisis de los que, pienso, son los defectos más importantes. Ahora vuelvo a mi pregunta inicial: ¿es ésta una buena adaptación de la novela de Jane Austen?

Y me respondo: buena, no. Excelente.

Sí, lo sé, siento aniquilar mi objetividad de esta forma, pero no puedo evitarlo: como he dicho antes, ésta es una de esas películas que cuanto más veo más me gustan. Creo que no sólo cuenta la historia de Orgullo y prejuicio con un balance perfecto entre la fidelidad a la obra original y la introducción de elementos nuevos, sino que maneja el lenguaje audiovisual con una gran habilidad. Viendo esta película más veces me he ido fijando en detalles que al principio pasan desapercibidos; por ejemplo, en el baile de Netherfield hay un momento en que la cámara se mueve por toda la casa siguiendo a los personajes y no corta la imagen en ningún momento. Ahora, ¿cómo está tan bien coreografiada esa escena que la protagonista aparece tres veces en tres lugares distintos y apenas te das cuenta? Es difícil de explicar y lo estoy haciendo fatal, pero cuando veáis la película fijaos en esa secuencia porque es una maravilla. Hay muchos otros detalles preciosos, como la tensión en el momento que Darcy toca a Elizabeth por primera vez o la transición temporal con el paso de las estaciones cuando ella está en un columpio.

Otro gran punto a favor son los actores: todas y cada una de las interpretaciones en esta película son impresionantes, realmente te parece estar viendo a los personajes del libro. Quizá por eso una de las escenas más memorables es el primer enfrentamiento entre Darcy y Elizabeth, en ese jardín bajo la lluvia: la intensidad de los diálogos, las expresiones, la emoción en cada palabra… Por no mencionar a los personajes secundarios, todos retratados de forma genial. En especial Brenda Blethyn como la señora Bennet, que se roba cada escena en la que aparece.

Así que, como veis, mis primeras impresiones me engañaron un poco, igual que a la protagonista. Esta obra de Joe Wright es una película para ver varias veces: vale la pena valorar qué te aporta de nuevo cada visionado. Y al menos yo no tengo problema con eso: la he visto un montón de veces y la veré un montón de veces en el futuro, y como no me he cansado hasta ahora parece improbable que me canse con el tiempo. Orgullo y prejuicio es, no sólo una gran adaptación, sino también una gran película por sí misma.

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